Introducción
Este análisis parte de una revisión histórica de los antecedentes básicos que originaron el conflicto entre Rusia y Ucrania, así como de la situación económica de los mismos. Luego propone un balance de los principales efectos macroeconómicos que genera enfatizando el impacto de la inflación, los desafíos energéticos, los cambios en la demanda de materias primas del comercio exterior y en el sistema financiero. También se enfoca en las alteraciones en el sistema internacional y la orientación de las organizaciones económicas internacionales. Posteriormente, se concentra en el análisis de los efectos de la economía boliviana y las acciones de respuesta que plantea su gobierno. Como corolario, se hace un balance final que permite reflexionar sobre el curso de la democracia, la paz mundial y las perspectivas del sistema internacional y nacional.
Una reflexión de partida sobre el conflicto
No debería ser difícil concluir, independientemente de la posición política que se adopte -si está orientada por una filosofía pacífica y democrática-, que la invasión de Rusia a Ucrania representa un crimen flagrante y lapidario de lesa humanidad. No obstante, en el escenario internacional persisten las tendencias autocráticas y populistas que están dañando las perspectivas de convivencia global e imponen incertidumbres sobre el futuro. Sobre todo, porque a ello se suma que un segmento de la población en varios países – incluida parte de la población rusa- apoya, promueve y aplaude las posiciones nacionalistas, autocráticas y beligerantes, sea por una afinidad ideológica, por intereses particulares o por la orientación autoritaria de su cultura política. De hecho 40 países de los 193 países “miembros” de la Asamblea de Naciones Unidas, no se sumaron a condenar abiertamente la agresión de Rusia (cf. Resolución de Asamblea de la Organización de Naciones Unidas de 12 de marzo de 2022; ONU, 2022). Por ello es importante hacer aclaraciones de partida, e identificar con precisión al responsable de los efectos perniciosos en la economía global y el sistema internacional, comprender su lógica política e identificar los cursos de acción, unificación y el alineamiento que deben buscar hoy los países y las personas en una sociedad global.
En primer lugar, el conflicto se origina en la intención del gobierno de Putin de “recuperar el territorio” que conformaba parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) antes de 1991. Un territorio deseado por Putin por su ubicación estratégica militar frente a Estados Unidos y la Organización del Tratado de Atlántico Norte (OTAN), por los recursos económicos que cuenta y también, por constituirse en una de las vías de transporte del gas que Rusia exporta a Europa. Y de manera más precisa, en la lógica de la teoría de la expansión vital que preocupa a Putin, para expandir sus líneas fronterizas en Ucrania, con la finalidad de impedir el asedio norteamericano y de la OTAN, y asimismo para evitar la posibilidad de ubicar “bases militares enemigas” a kilómetros cercanos de Rusia. Por tal razón ya en 2014, Putin intentó anexar la península de Crimea (Pettinà, 2022).
En segundo lugar, debe tomarse en cuenta que el territorio y la población de Ucrania, al igual que la historia de muchos países víctimas de invasión y la conquista, fueron objeto del proceso de “rusificación de los países y pueblos conquistados” ya desde el siglo XVIII (BBC News Mundo, 2022a), en la búsqueda y expansión de la flota naval rusa; la misma que impuso su hegemonía política, militar y cultural, sus leyes, costumbres y la propia religión cristiana ortodoxa. Por lo que la historia del pueblo ucraniano es una verdadera búsqueda permanente de su auténtica libertad; no sólo por haber vivido una experiencia traumática de sojuzgamiento en el siglo XVIII, o por haberse constituido en una zona capturada por la Alemania nazi en la segunda guerra mundial (Sanches, 2022), o por haber estado sujeta al fallido experimento socialista de la URSS que durante varias décadas reprimió sus posibilidades de desarrollo autónomo. Ucrania se constituyó como país independiente en 1991 (COPE, 2022), y a la fecha todavía no ha dejado de ser sujeto y objeto de los voraces intereses dominantes y hegemónicos que le rodean.
En particular, desde 2014 el conflicto militar entre Rusia – Ucrania ha suscitado graves enfrentamientos (BBC NEWS Mundo, 2022b) que no sólo muestran las frustraciones provocadas por el desmembramiento de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), que a la fecha todavía no habrían sido superadas como lo demuestra la posición del gobierno autocrático de Vladimir Putin, imbuido por la problemática de descolonización del espacio de dominio “soviético”. De hecho, Putin ha soslayado los tratados internacionales sobre la integridad territorial de Ucrania, vulnerando el orden de seguridad acordado en el Consenso de Helsinki de 1975 (Conferencia sobre la Seguridad y Cooperación Europa, 1975), y el Memorándum de Budapest de 1994 (Conferencia sobre la Seguridad y Cooperación Europa, 1994) que establecía el compromiso de seguridad de Ucrania; como a su vez de los acuerdos del Protocolo de Minsk de 2014 (BBC News Mundo, 2022c) que reconocían la independencia de los territorios de Donetsk y Luhansk (González, 2022). Tales violaciones y vulneraciones a los principios del derecho internacional, la autodeterminación y la convivencia pacífica, deberían llevar a la condena internacional generalizada del gobierno ruso de Putin, no sólo por la abierta invasión a territorio ucraniano, sino también por generar una crisis con enormes consecuencias en el plano internacional. Ciertamente, los riesgos geopolíticos no sólo han aumentado el día de hoy, sino que además se constituyen en una real amenaza a la recuperación económica y la paz mundial, en un escenario adverso generado entre otros, por los propios efectos de la pandemia COVID-19.
Antecedentes económicos de Rusia y Ucrania
Si comenzamos analizando los efectos de la guerra, se puede puntualizar que la situación económica en Rusia se torna cada vez más difícil, sobre todo porque las sanciones impuestas1 están provocando la escasez de suministros, restringiendo las importaciones y exportaciones, y a su vez por su impacto en la inflación y el debilitamiento del sistema financiero. De hecho, gran parte del Fondo de divisas extranjeras de Rusia, que ha sido congelado por las sanciones, también están siendo utilizadas para proteger la cotización del rublo, evitar la inflación y, asimismo, se ha aumentado la tasa de interés por encima del 20% para mantener estable el movimiento de capitales. La preocupación central de mantener el valor del rublo en el mercado, en primer lugar, ha exigido a las empresas energéticas a vender los dólares derivados de sus exportaciones y, en segundo lugar, ha obligado que las ventas de hidrocarburos a Europa se realicen en rublos. En consecuencia, pese a que Rusia intenta evitar el deterioro de sus términos de intercambio, está sufriendo pérdidas significativas derivadas de las sanciones comerciales y financieras impuestas (France24, 2022).
La situación de aislamiento de la economía rusa va a generar una disminución del PIB por encima del 10%, en el corto plazo, como establece el Banco Mundial (2022). Y en el largo plazo el impacto será mayor, a pesar de ocupar el puesto 11 en la economía mundial, ser el principal productor de hidrocarburos y contar un arsenal nuclear. No obstante, aunque no se puede asegurar que las sanciones tengan una repercusión directa y rápida en la estabilidad del gobierno de Putin, se prevé que su economía de guerra no podrá sostenerse de manera indefinida; y en consecuencia la disciplina fiscal y monetaria que pueda aplicar el gobierno ruso en su país, tendrá una incidencia nociva en el crecimiento de la pobreza y el malestar social (El-Erian, 2022). Sin duda, la tensión social se agudizará y repercutirá en mayores dificultades para financiar una guerra que puede prolongarse en el tiempo.
Sin embargo, y a pesar de ello, para Putin Ucrania constituye un pivote geopolítico estratégico y geográfico, que une Europa con Asia, y es una vía importante de transporte de su producción hidrocarburífera (CEINASEG, 2022), por lo que en su lógica debe mantener el control de la región, para asegurar sus tarifas, vías de acceso y su “derecho incuestionable” a mantener su zona de influencia de “seguridad nacional”.
Por su parte, la situación económica en Ucrania es a la vez insostenible para su población, tomando en cuenta que las proyecciones del Banco Mundial (2022) son desalentadoras, ya que el PIB Ucraniano se reducirá en 45%, por el derrumbe de sus exportaciones de cereal, y en particular por la disminución de la producción industrial de las zonas y puertos clave controlados por Rusia (Banco Mundial, 2022). La recesión generada representa un impacto mayor al generado por la pandemia, y tiene su repercusión directa en la pobreza, el desempleo abierto y la crisis humanitaria y migratoria, aunque su magnitud real actual y futura va a depender de la intensidad de la guerra y su duración en el tiempo.
Impactos económicos Globales y en América Latina y el Caribe(ALC)
A este escenario se suma el impacto de la guerra en la volatilidad y desaceleración del crecimiento de la economía global, el aumento de la inflación y las tasas de interés, el mayor endeudamiento, el crecimiento de los precios de la energía, los granos y los alimentos, y la pobreza provocada, principalmente en los países emergentes, que particularmente ya fueron afectados gravemente por la pandemia.
De hecho, los bancos centrales en el mundo han reaccionado aplicando ajustes en sus políticas monetarias para evitar las expectativas inflacionarias, y asimismo como resultado del crecimiento de las presiones de la demanda generadas por el aumento de los precios de materias primas y las “disrupciones de las cadenas de suministro” se han generado déficits en cuenta corriente que han necesitado de mayor financiamiento externo (BID, 2022: 100).
En este escenario volátil, las perspectivas del comercio internacional presentan riesgos e incertidumbres, porque la economía tiende a contraerse, ante la aplicación de políticas comerciales restrictivas, el aislamiento de Rusia de los flujos comerciales y de capitales, y el ahondamiento de una crisis de seguridad alimentaria en algunos países. De hecho, la escasez resultante de productos agrícolas y los aumentos de precios podrían traducirse en impactos negativos en el rendimiento de los cultivos en muchas regiones, pero también en la necesidad de reconfigurar sus proveedores a favor de otros mercados (FAO, 2022). Esto va a desacelerar el crecimiento, aunque sus consecuencias directas e indirectas sean heterogéneas entre países.
Considerando que Rusia y Ucrania representan alrededor del 25% de las exportaciones mundiales de trigo, el 14% de las exportaciones de maíz, que además el 50% de la producción de aceite de girasol es de Ucrania, y que Rusia es uno de los principales proveedores de energías y fertilizantes en el mundo, se prevé un impacto severo y diverso en el escenario global (FAO, 2022).
En general, esto está generando que los países con ingresos altos tengan aumentos en los precios de la energía, mientras que en los países de bajos y medianos ingresos se generen aumentos en los precios de los alimentos. En consecuencia, los importadores netos de energía y materia prima son los que tienen mayores pérdidas, mientras que los grandes productores agrícolas y de energía son los que tienen mayores ganancias (BID, 2022).
En el caso de América Latina y el Caribe (ALC), “Rusia es un importante mercado en las exportaciones de varios productos […], tales como los productos lácteos y la carne (casi el 20% y el 8% del total de las exportaciones de esos productos, respectivamente, del Cono Sur, excepto Brasil), y el tabaco (alrededor del 8% del total de las exportaciones de tabaco de Brasil). En términos de las importaciones, cerca del 20% de las importaciones de fertilizantes, y más del 5% de las importaciones totales de hierro y acero, provienen de Rusia” (BID, 2022: 13). Por lo tanto, se observa, que también existen oportunidades para aumentar la participación en el comercio internacional, dado que los precios de algunos productos exportables han aumentado. Sin embargo, para aprovechar estas oportunidades se requiere no ceder a la aplicación de políticas que restrinjan las exportaciones, recurrir a inversiones y el apoyo financiero de organismos multilaterales, así como concentrarse en políticas de mitigación de la crisis y la protección social de la población afectada.
No obstante, que el aumento de precios de las materias primas puede generar impactos positivos en los ingresos de países exportadores, existen pérdidas paralelas provocadas por mayores costos de transacción de hacer negocios con Rusia, y al final, el menor ritmo de crecimiento de la economía americana y europea, está teniendo efectos nocivos en la economía global; particularmente en América Latina y el Caribe, con una contracción del PIB del orden del 7%. “Además, si la normalización de la política monetaria en Estados Unidos se complica y la Reserva Federal tiene que aumentar las tasas de interés o vender activos más agresivamente de lo previsto para disminuir la inflación, la región podría sufrir un crecimiento aún menor y verse empujada hacia la recesión” (BID, 2022: 100-101).
Como postula el Banco Mundial (2022), la invasión de Rusia a Ucrania está afectando particularmente a los países emergentes y a las economías en desarrollo (MEED), en “diferentes grados a través de impactos en el comercio y la producción mundiales, los precios de los productos básicos, la inflación y las tasas de interés. Los efectos secundarios de la guerra serán más graves en Europa y Asia central, donde se prevé que la producción se contraerá marcadamente este año. De acuerdo con las proyecciones, el crecimiento de la producción disminuirá en todas las regiones, excepto en Oriente Medio y Norte de África, donde se espera que los beneficios de los mayores precios de la energía para los exportadores de energía superen los impactos negativos para otras economías de la región. Los riesgos para todos los MEED se inclinan a la baja e incluyen la intensificación de las tensiones geopolíticas, el aumento de la inflación, la escasez de alimentos, la tensión financiera y el aumento de los costos de los préstamos, los nuevos brotes de la COVID-19, y las perturbaciones provocadas por desastres” (Banco Mundial, 2022).
En este sentido, como resumen del estado de situación de la economía mundial, se pueden visibilizar los siguientes indicadores:
Tabla 1. Principales indicadores del desempeño económico global
Como se puede observar en la Tabla 1, las tasas de crecimiento actuales y proyectadas por el Banco Mundial, tanto en Estados Unidos, en la zona del Euro, como en América Latina son bajas, mientras que en la Federación Rusa y Ucrania son negativas. A ello se suma que el volumen de comercio mundial tiene perspectivas de deterioro por su disminución y la variación al alza de los precios del petróleo. Como resultado, esta situación es totalmente adversa y podría derivar en una recesión, inflación o estanflación en varias regiones del mundo.
En este contexto desfavorable, aunque no es previsible un escenario de solución inmediata del conflicto, sólo se perfilan diversos intereses geopolíticos y económicos – principalmente entre las potencias mundiales-, que en vez de ayudar pueden dificultar la posibilidad de una paz negociada en Ucrania, aumentando los riesgos de deterioro de la situación económica, así como de las posibles tensiones geopolíticas. La presencia militar de Rusia, sin duda, está generando incentivos a una carrera armamentística aumentando el gasto de defensa de los países. Rusia persiste en adoptar una posición pertinaz y agresiva (La Vanguardia, 2022), y la OTAN y Estados Unidos, esperan que la guerra se desplome por un desgaste que realmente es incierto (Beale, 2022). En éste escenario hostil, la prioridad de una convivencia pacífica global hace indispensable la búsqueda de una paz negociada (Sachs, 2022).
Apuntes sobre los impactos en la economía Boliviana
En este particular contexto histórico mundial, el desempeño de la economía boliviana en 2022 es frágil y lento, por cuanto se recupera de la crisis provocada por la pandemia, y porque se sustenta en una estructura productiva limitada por los desaciertos y excesos de años de la aplicación de un modelo estatista y rentista, primario exportador, de baja productividad, inversión privada y capacidad de generación de empleo formal (Fundación Milenio, 2022). Si a ello se suma el impacto severo del conflicto bélico Rusia y Ucrania, las perspectivas para el país se plantean en términos de incertidumbre, riesgos, mayor endeudamiento e insostenibilidad del Modelo Económico Social Comunitario Productivo.
Uno de los aspectos críticos en el entorno actual es el referido a los efectos generados por el incremento del precio de los hidrocarburos (Fundación Milenio, 2022). Los incrementos en los precios del gas natural pueden significar un aumento en los ingresos fiscales a nivel nacional y subnacional, pero a la vez su limitada capacidad productiva se presenta como una restricción importante –para vender a Brasil o Argentina-; habida cuenta del agotamiento de los yacimientos, y la ausencia de inversiones significativas en exploración. Por el lado contrario, el incremento en el precio de importación de la gasolina y el diésel también generan un impacto negativo en las finanzas públicas y la sostenibilidad de las subvenciones, las mismas que mantienen artificialmente controlados los precios internos de los combustibles. Por lo que se podría afirmar, que las ganancias derivadas del gas, pueden ser compensadas con las pérdidas de la gasolina y diésel importado (Fundación Milenio, 2022).
A ello se suma puntualmente, que las variaciones al alza de los precios de materias primas como el del trigo, el maíz o la soja o asimismo del precio de importación de harina de trigo (El Deber, 2022), provocan la aplicación de políticas gubernamentales erráticas de control de precios, para evitar expectativas inflacionarias. De hecho, en los últimos meses, se ha sufrido en el país desabastecimiento de maíz por la política restrictiva de importación del gobierno, y se han hecho visibles los desajustes en el incremento del precio de la harina de trigo de importación y su efecto adverso en el precio del pan de batalla (Jaramillo, 2022). Esto último, debido a la baja capacidad productiva de trigo existente en el país y la ausencia de un política seria y responsable de seguridad alimentaria y/o al propio accionar discrecional de las decisiones políticas.
Por otro lado, el incremento inusitado y momentáneo de los precios de los minerales como el oro, el zinc, el plomo, la plata y particularmente el aumento precio del estaño – derivado del mayor crecimiento de la demanda de insumos tecnológicos- podrían también representar una excelente oportunidad para potenciar la economía nacional, pero no se cuenta con la productividad, la capacidad para ampliar la base productiva y/o el marco institucional y de políticas efectivas que incentiven las inversiones del sector privado (El Deber, 2022a). Además, de que el gobierno no demuestra estar preparado para el cambio de dirección de la economía, ante posibles oscilaciones de los precios en general, se trate del precio de productos agrícolas, mineros o hidrocarburíferos, sobre todo si como resultado de una posible recesión global se afectan los precios de las materias primas (Morales, 2022).
Por lo que se observa que en el país no se identifican medidas o políticas públicas efectivas que tomen previsiones para hacer frente a las amenazas derivadas de los efectos del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, y que tendrán un impacto negativo en la economía y sociedad boliviana. De hecho, la política exterior boliviana está desorientada por un alineamiento ideológico populista, que rechaza una aproximación estratégica a la creación de la riqueza nacional, marginando al país de la posibilidad de aprovechar las oportunidades existentes o de hacer frente a las amenazas latentes. El falso discurso antiimperialista, que denuesta a Estados Unidos y se contrapone a la OTAN, y por tanto a Ucrania, no se basa en el análisis real de las amenazas y oportunidades que plantea el contexto, y el planteamiento de alternativas estratégicas. Tal es así, que en este particular momento constitutivo, el “ascenso de los precios de productos básicos y el aumento de la demanda de alimentos es una coyuntura desafiante para Bolivia, y abre una ventana de oportunidad para las transformaciones estructurales que requiere” (Fundación Milenio, 2022: 75).
Reflexiones Finales
El hecho sustancial de que no todos los países se adhieran a las sanciones internacionales es adverso y perjudicial, sobre todo porque es necesario poner fin a la invasión rusa; no sólo por la crisis humanitaria y el padecimiento brutal de la violencia que se ha generado en Ucrania, sino también por los efectos negativos que se están generando en la economía y sociedad globales, y sobre todo porque es imprescindible buscar y allanar un camino para la paz mundial. De ahí que el discurso que utiliza Putin para justificar sus acciones, distan de la veracidad de los hechos; su discurso político e ideológico alienta un nacionalismo erróneo y extremo, y la legalidad de estas acciones refleja la posición beligerante y anacrónica de su gobierno.
Si bien el impacto de los efectos económicos de la guerra es asimétrico, generando ganadores y perdedores, es deseable que la orientación de las políticas públicas de mitigación de los efectos nocivos provocados por la guerra entre Rusia y Ucrania, en los países, deban ser coherentes y eficaces para salir de la crisis, reducir los riesgos de un colapso en balanza de pagos y las finanzas internacionales, el malestar social, la inseguridad alimentaria y la escalada de una ola armamentística.
En el caso latinoamericano y boliviano, esto es particularmente necesario, y se debería evitar a toda costa, la aplicación de políticas espurias y erráticas. Las repercusiones adversas de la guerra serán graves en la medida de que estas dependen de la importación de alimentos y energía, ya que no se cuenta con una capacidad productiva autónoma o autosuficiente; y en concreto, si no se realizan reales esfuerzos para orientar adecuadamente las políticas monetarias y fiscales hacia la recuperación de la economía, su transformación y su focalización en la protección social. Ayudaría mucho, reorientar la política económica para prevenir, financiar y proteger su población y sus empresas, que mejoren su productividad y la calidad del crecimiento económico.
En este escenario, es indispensable buscar una paz negociada, aunque el gobierno de Putin haya socavado las posibilidades de una vía pacífica e impida su necesaria retirada. Para ello, sería útil que la política exterior boliviana y la posición gubernamental en general, también tengan como prioridad estratégica, promover la democracia, la libertad y la paz mundial, sumándose a las voces de censura internacional contra la guerra.
Referencias Bibliográficas
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Webgrafía
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